Horario de Sueño para 3 años y 2 meses

A esta edad, es muy común que los niños se encuentren en una etapa de transición respecto a las siestas. Algunos aún la necesitan para evitar el cansancio excesivo y las rabietas por la tarde, mientras que otros están listos para abandonarla por completo. Presta atención a las señales de tu hijo: si se resiste mucho a la siesta, tarda mucho en quedarse dormido por la noche o se despierta muy temprano, podría ser un indicio de que ya no la necesita o que debe ser más corta. Si aún la toma y se despierta feliz y descansado, es probable que todavía la necesite. Lo importante es que su sueño nocturno no se vea afectado.

Si tu hijo aún necesita siesta, lo ideal es que dure entre 60 y 90 minutos. Una siesta más larga de 2 horas podría empezar a interferir con la capacidad de tu hijo para conciliar el sueño por la noche o causar despertares tempranos. Si notas que una siesta de hora y media afecta su horario nocturno, intenta reducirla gradualmente a una hora o incluso 45 minutos. El objetivo es que la siesta sea un 'refrigerio de sueño' que lo recargue sin quitarle el apetito para la 'cena de sueño' de la noche.

Para la mayoría de los niños de 3 años y 2 meses que aún toman siesta, el momento óptimo es a primera hora de la tarde, generalmente entre las 12:30 PM y la 1:30 PM. Esto permite que haya suficiente tiempo de vigilia por la mañana para que se canse, y también suficiente tiempo entre el final de la siesta y la hora de acostarse por la noche (idealmente 4-5 horas) para que vuelva a desarrollar el impulso de sueño. Evita las siestas muy tarde en la tarde, ya que pueden hacer que sea mucho más difícil que se duerma a su hora habitual por la noche.

La resistencia a la siesta es muy común a esta edad, incluso si antes la tomaba sin problemas. Si se niega consistentemente, en lugar de forzarlo a dormir, considera establecer un 'tiempo de tranquilidad' obligatorio. Pídele que pase de 60 a 90 minutos en su habitación con actividades tranquilas como leer libros, armar rompecabezas o jugar en silencio. Esto le permite descansar el cuerpo y la mente, incluso si no duerme. Mantén la rutina de siesta (oscurecer la habitación, leer un cuento) para ofrecerle la oportunidad, pero no te estreses si no duerme. A menudo, este tiempo de tranquilidad es suficiente para recargarse.

Si la siesta parece interferir con el sueño nocturno, es hora de hacer algunos ajustes. Primero, asegúrate de que la siesta no sea demasiado larga (más de 90 minutos). Segundo, verifica que no sea demasiado tarde en el día; intenta adelantarla 15-30 minutos para que termine antes. Si tu hijo todavía tiene problemas para conciliar el sueño por la noche, o si los despertares tempranos se vuelven persistentes, podría ser el momento de considerar acortar aún más la siesta, o incluso la transición a un 'tiempo de tranquilidad' sin dormir. Observa los patrones durante una semana o dos después de cada ajuste para ver cómo responde.